Después del análisis, toca la parte divertida.
Todas las decisiones que se tomen en el plan tienen que soportar la
evidencia del análisis previo.
Cada acción, canal e inversión, deben estar justificados por el análisis realizado.
De nuevo, toca alejarse de las suposiciones e intuiciones y centrarse en las evidencias.
Además, los planes de marketing deben ser medibles y flexibles.
Medibles, para poder monitorizar resultados y tomar decisiones sobre la marcha.
Flexibles, para reorientar el plan y los esfuerzos cuando algo no funcione como se esperaba.
Te preguntarás por los objetivos. No hemos hablado de ellos hasta ahora porque sin análisis y estrategia no hay objetivos, solo deseos que acaban convirtiéndose en frustraciones.
Los objetivos basados en realidades nos ofrecen métricas que permiten medir el resultado.
Un plan sin métricas es un plan a medias. ¿Qué para qué sirve medir? Para transformar.